IRENE LÓPEZ DE CASTRO

TÍTULO DE LA OBRA: KONIMBA 2022

TÉCNICA: BOGOLAN “EL RESULTADO DEL BARRO.” Tinte natural de N’galama y barro de Mali.

Bio Narrativa

Irene López de Castro (Madrid, 1967)

Licenciada en 1991 en la especialidad de Pintura por la Facultad de Bellas Artes de San Fernando, en la Universidad Complutense de Madrid. Pintora de trayectoria internacional, sus exposiciones han viajado a ciudades como París, Biarritz, Madrid, Barcelona, Venecia, Milán, Verona, Siracusa, Londres y Seúl. En Bamako el Musée National du Mali acogió su exposición Au coeur du Mali, organizada por la embajada española y la AECID, que un año después viajó a Florencia.
Su obra sobre el Sahel y las mujeres de Tombuctú también ha sido expuesta en el Museo de Bellas Artes de Córdoba (2019), en el Reial Cercle Artistic de Barcelona (2020) y en Casa Árabe en Madrid (2021).

Su pintura tiene como eje el Sahel y especialmente Mali, país que definió su evolución personal y profesional desde que lo visitó por primera vez en 1989. Es autora del libro Memorias del río Níger, el sueño de Tombuctú, traducido al inglés Memories of the Niger River, the dream of Timbuktu (Amazon).

Comisaria de exposiciones monográficas sobre Arte africano en Bogolán (mud-cloth o “pintura de barro”), las primeras dedicadas al Groupe Bogolan Kasobane en Valladolid y Madrid y la más reciente dedicada a las mujeres: La herencia del bogolanfini, el legado de las mujeres de Mali. CASA ÁFRICA Las Palmas de Gran Canaria 2021.

www.irenelopezdecastro.com

Inspiración

Nada más recibir el modelo que me confió Manuel Fernández quedé impresionada por sudiseño y su carácter atemporal. Pensé en los trajes de los cazadores de Mali y en la Guerra de las Galaxias: Pasado y futuro, esperando un presente en forma de pinceladas…

ArtÁndalus es una colección diseñada para África, la cuna de la Humanidad. Qué mejor que pintar lo allí, con tierra y plantas africanas y con una técnica muy especial, el Bogolán o “pintura de barro”, en la que fui iniciada en 1990 por mis amigos de Mali. Desde 2019 he vuelto a incorporarla en mis lienzos, fusionándola con mi propia técnica pictórica.

He viajado a Bamako a mediados de octubre para pintar este traje en Mali, en colaboración con Souleymane Goro del grupo Kasobane (legendario en Mali). Ellos dicen que el Bogolán es cosa de todos. Forma parte de toda una cultura de la tierra. Empieza desde que el algodón se siembra, se recolecta, se hila y se teje. Continúa con el laborioso proceso del color: Se tiñe con un tipo de tinte vegetal rico en taninos, que reacciona con un barro local rico en hierro, oscureciendo la tela teñida con cada trazo. Las mujeres bamanán fueron las pioneras de este arte, cuya técnica y simbología (un lenguaje femenino secreto) fueron transmitiendo de generación en generación.

En este caso inspiración y técnica van íntimamente unidas: Contemplé el vestido de Manuel, recién teñido de ocre de N ́galama. Entre todas las posibilidades vi claramente un rostro de una joven, entre el corazón y el útero materno, a la altura del plexo solar. Un rostro sencillo, de inocencia, belleza y esperanza. Un solo dibujo figurativo, que después fui acompañando de alguna abstracción, en forma de símbolos de bogolanfini, como el llamado Suraka taa sira (las huellas del camello en el desierto). Con cada lavado los símbolos de barro se diluían y había que volver a teñir y a trazar. Allí todo cuesta más trabajo, sin embargo, conserva el encanto de lo que es lento. Nuestro mundo occidental va demasiado deprisa. Si no sabemos esperar, ¿cómo vamos a tener Esperanza? África nos enseña si queremos sentarnos y escuchar.

La práctica del bogolán es como una meditación. Invita al silencio, a la escucha de la naturaleza. Detiene la mente. Inicialmente había pensado dibujar en la falda figuras de mujeres que lavan a orillas del río Níger, pero no… El proceso de la obra no admitía más trazos. A pesar del aparente vacío, el tinte ocre y gris llenaba todo el espacio.

Lleva el nombre de Konimba, en homenaje a las maestras del bogolanfini.

Foto: Luis Malibrán