TÍTULO DE LA OBRA: Alegría (2022)
TÉCNICA: acrílico y tinta.
Eva Armisén (Zaragoza, 1969). Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona, completó su formación en la Rietveld Akademie de Ámsterdam y como becada por la Fundación Joan y Pilar Miró de Palma de Mallorca. Vive y trabaja en Barcelona.
Su obra se centra en plasmar la vida diaria y lo cotidiano como algo extraordinario, proponiendo una mirada vital y optimista que nos traslada a un mundo habitable y lleno de emoción. La pintura y el grabado son los medios más habituales de Armisén, pero la originalidad y capacidad de comunicar de su trabajo la han llevado a colaborar en proyectos muy variados como instalaciones de arte público, campañas de publicidad, cine y televisión o proyectos editoriales.
Con una trayectoria cada vez más internacional podemos ver su trabajo expuesto en ciudades como Seúl, Los Ángeles, Hong Kong, Singapur, Lisboa, Taipei, Shanghai o Melbourne en ferias de arte, exposiciones individuales y colecciones particulares.
En 2016 colaboró en la candidatura de las Haenyeo —mujeres buceadoras de la isla de Jeju, en Corea del Sur— a Patrimonio inmaterial de la humanidad y en junio de 2017 ilustró el libro Mom is a Haenyeo dónde se explica la increíble historia de estas mujeres.
Inspirada en las tiras de confeti y pensando que todos somos responsables en parte de nuestra alegría y de lucir el vestido que nos representa. Los hilos de colores que se entrelazan representan las conexiones interculturales.
Los mejor es dejar la mente libre y que sean los sentidos los que se impregnen de estímulos. Dejarse arrastrar por una explosión de colores que refleja la esencia de lo más primitivo y complejo del alma, que está en constante construcción mirando de frente a la vida.
Yo me dejo llevar mucho por la intuición y procuro ser sincera en lo que expreso y no añadir cosas que puedan resultar superfluas, intentando así transmitir lo máximo con el mínimo de elementos. Y, cuando algo me emociona, trato de fijarlo. Me interesa parar el tiempo y quedarme ahí donde he sentido eso. Es bonito constatar que no hay barreras culturales ni idiomáticas cuando hablamos de sentir y de emocionarnos.